lunes, 7 de mayo de 2012

De #Gov a #eGov vamos yendo y por el camino (#iGov) yo me entretengo

Hace unos días, hablando por casualidad con el responsable de un importante servicio de una importante #aapp (servicio que afecta a algo más de 40.000 ciudadanos), advertí que con todo esto de la Administración Electrónica en algo, quizá, nos estemos equivocando. Y quizá hasta desviándonos del propósito inicial considerado por sus ideólogos.

La historia es la siguiente:

La conversación discurría en tono coloquial, comentando cómo la institución para la cual trabaja esta persona le estaba aplicando cierto procedimiento, desde hace unos cuantos años, de forma poco racional. La irracionalidad había repercutido incluso en la contabilidad de su servicio, casi de forma traumática. Con la excusa, le espeté: "cuando la Administración Electrónica pase por aquí, quizá podáis repensar y rediseñar el procedimiento (reingeniería, lo llaman) y adaptarlo a vuestras necesidades".

Pensaba con la frase causarle sorpresa, pero sólo le causé fastidio. Me contestó: "no, si informáticos como tú ya han pasado por aquí, hace meses, para hablar de ese tema". Estoy seguro de que las personas que pasaron por allí no eran todas ellas realmente informáticos, pero la respuesta me sirvió para recordar que hemos asociado, quizá con ligereza, demasiado el concepto de #eGov con el concepto de #iGov (también con el nuevo concepto de #oGov, en mi opinión, pero ésta ya es otra cuestión). Al final, hemos formado la idea, equivocada, de que #eGov es simplemente llevar el "Gobierno a la Internet" y que "esto es un asunto de los informáticos".

La conversación continuó. Este servicio había adquirido, ya hace un par de años, una herramienta informática a una empresa de reconocido prestigio, llamémosla S (¿quejándome de las políticas de externalización en las #aapp? No, no es el problema que hoy toca comentar). Esa herramienta, todavía estaban en fase de implantación de la misma, tenía las funcionalidades suficientes como para que los usuarios de su servicio (los ciudadanos) pudieran realizar muchos de los trámites, que antiguamente realizaban en una ventanilla física, desde una página web. Es decir, su microgobierno ya estaba bien asentado en la fase de "estamos en la Internet", estamos en el #iGov.

Ahora, en su institución habían decidido que tocaba subir ya al peldaño siguiente y pasar del #iGov al #eGov. Así que, los responsables de Administración Electrónica habían pasado por allí, habiendo ya modelado los susodichos trámites, y le habían convencido del valor que se iba a generar si finalmente los traspasaban a la Plataforma de Tramitación Electrónica. Plataforma de Tramitación, eso sí, que sería accesible desde la sede electrónica de esa #aapp por todos los ciudadanos que cuenten con un DNIe o un certificado digital reconocido (¿los llamarán reconocidos porque tienen que conocer su funcionamiento tanto la #aapp de turno como el propio ciudadano?).

Pero, sigamos con la historia...

Para entendernos, Plataforma de Tramitación Electrónica significa: otra herramienta informática adquirida a otra empresa de reconocido prestigio, llamémosla T (¿quejándome de las políticas de externalización en las #aapp? No, no es el problema que hoy toca comentar). Esa herramienta, todavía estaban en la fase de implantación de la misma (parece que he entrado en bucle, ¿verdad?), obligaba a que los desarrolladores de la empresa T duplicasen algunos de los formularios de solicitud que en su día ya construyeron los desarrollares de la empresa S (¿una #aapp pagando dos veces por el mismo trabajo?).

Pero, como toda la "lógica de negocio" (éste es un término muy manido que utilizamos los tecnólogos para presumir) estaba ya construida en la herramienta desarrollada por S, y esta lógica no "convenía" duplicarla de nuevo por los desarrolladores de T en la Plataforma de Tramitación, se vio oportuno conectar las dos herramientas. ¿Cómo? Pues mediante "tuberías" (o WebServices, otro término muy tecnomanido) que deberían poner en marcha los desarrolladores de S en colaboración con los de T y siguiendo además las recomendaciones de los desarrolladores del Departamento de Informática de la #aapp en cuestión.

Bien, ya se ha conseguido antes que tres equipos de desarrolladores de tecnología queden para ponerse de acuerdo en cómo lograr, entre todos ellos, una única empresa. Seguramente entre ellos hablarán diferentes lenguas (las llamamos lenguajes de programación): Java, .NET, PHP,... El resultado, conocido también: una Torre de Babel (fue Dios, quien, para evitar el éxito de la edificación de la torre, hizo que sus constructores comenzasen a hablar diferentes idiomas).

La empresa a conseguir: que en la herramienta desarrollada por T (adquirida por la institución previo paso por caja) se dupliquen parte de las funcionalidades de la herramienta desarrollada por S (adquirida por la institución previo paso por caja), que sea además necesario que los desarrollares de S implementen "tuberías" (WebServices) que serán invocadas por los desarrolladores de T ("tuberías" que hace unos meses no eran necesarias) y todo ello para conseguir tener dos "portales" diferentes (la página web del servicio y la sede electrónica) que conduzcan al ciudadano a un mismo sitio (a un laberinto sin salida, supongo).

El mismo sencillo trámite, que antiguamente necesitaba de un ciudadano, de un humilde formulario en papel, de un bolígrafo y de un amable empleado público (sí, ya sé, todos estos elementos no podían coincidir a la hora del café)... hoy necesitan para ponerlo en funcionamiento de: responsables de servicios funcionales, responsables de servicios de tecnología, coordinadores de administración electrónica, desarrolladores de la empresa S, desarrolladores de la empresa T, de tiempo, de esfuerzo, de infraestructuras de tecnología, de dinero y... de un ciudadano, de un complejo formulario web, de un certificado digital y de un amable empleado público (ahora llamado tramitador). Eso sí, ahora todos esos elementos ya pueden coincidir a la hora del café.