miércoles, 18 de diciembre de 2013

La brújula del Gobierno Abierto siempre apunta a la transparencia magnética

Este post nace como hijo de un interesante debate abierto por David Rey Jordán (@davidrjordan) en la red social para la administración pública NovaGob (@novagob) y con el que, bajo el título ¿Cuáles son las claves para dar el primer paso hacia el Gobierno Abierto?, nos invitaba a la reflexión. Transcribo y compilo mi intervención con el único propósito, aunque podría parecer que peco de narcisista al plagiarme a mí mismo, de insuflar un poco de vida a este casi abandonado blog.

Los debates sobre Gobierno Abierto enseguida derivan hacia asuntos de transparencia y acceso a la información, así que comenzar diciendo que por fin contamos en España con una Ley de transparencia, acceso a la información pública y buen gobierno (publicada en el BOE del 5 de diciembre de 2013) parece de obligado cumplimiento...

Una ley es, quizá no todas pero sí la mayoría, la demostración de un fracaso. Un fracaso como individuos que formamos parte de un sistema (la sociedad) o un fracaso como colectivo (imputado al propio sistema, por aceptación de una conducta inapropiada de los elementos que lo componen).

La ley de transparencia y buen gobierno es un ejemplo de ese fracaso. Lamentable que sea necesario reglamentar lo que debería ser natural. Nacida con el supuesto propósito de frenar la corrupción y la falta de transparencia de nuestras administraciones. Es utilizada, pues, como vacuna de un virus (llamémoslo el gripegob) que aparece estacionalmente y del que hemos ya naturalizado su existencia. Hay temporadas que vendrá reforzado/mutado y entonces no habrá vacuna que lo frene (y mucho menos esta ley). Para ser transparentes sólo hace falta querer y se ha demostrado, salvo excepciones, que querer tampoco es que se quiera.

Ciertamente empezar por la TRANSPARENCIA es lo más fácil,... bueno tampoco. Empezar por publicar datos es lo más fácil (lo que no quiere decir que con esto ya seas transparente). Le dices al de tecnología que te "monte un repositorio CKAN, que se federe a datosgob y que construya datasets con datos no demasiado sensibles" y... ¡conseguido! Esta última frase ya es capaz de decirla sin pestañear cualquier CIO de los que están en el cuadro de mando de nuestras instituciones.

Por supuesto es mucho más complicado COLABORAR entre administraciones, sean éstas del ámbito que sean, creando sinergias y fomentando la reutilización (seguro que existe alguna ley que no lo facilita o lo limita).

Incluso más complicado aún conseguir la PARTICIPACIÓN. Participar no significa "unos pocos gurús de la tecnología se sienten cómodos haciendo como que gobiernan desde los sillones de sus casas, con las pantuflas puestas y conectados a las redes sociales" (¡anda, la leche, qué igual yo soy uno de ellos!). Además, participar no significa luego desoír a los que han participado, pues dejarán de hacerlo en próximas convocatorias y así se tendrá la excusa perfecta para decir que "la gente no participa" (lo cual también es un poco cierto). Un ejemplo clarísimo fue lo que se hizo con las participaciones de los miles de personas que aportaron ideas a la propia ley de transparencia y buen gobierno.

Además de la TCP (Transparencia/Colaboración/Participación) a mí me gustaría introducir un nuevo concepto: SORPRENDER. Quiero que nuestros gobiernos nos sorprendan (claro, alguno dirá que lo hacen continuamente, pero no me refiero a ese tipo de sorpresas). Y para que nos sorprendan gratamente nuestras administraciones no necesitaríamos demasiado... vamos que disfrutaríamos con cosas sencillas... casi como en el anuncio del "palo". Quizá la transparencia sea nuestro "palo", ¿o no?

La transparencia no es un producto. No es necesario hacer un estudio de mercado, ni analizar su viabilidad, ni diseñar un certero plan de ventas, ni envolverlo en una estética bonita y colocarlo en el escaparate de las AAPP (en sus portales web, por ejemplo) bajo un gran cartel de "REBAJAS" para atraer la atención de incautos compradores.

La transparencia no es estética es ética. Debemos ser transparentes en la misma medida que debemos ser respetuosos... nos lo demanden o no nos lo demanden. Da igual si alguien la consume, porque su elaboración nos hace mejores productores. Es decir, la transparencia no nace con la mentalidad de encontrar compradores sino con la finalidad de convertir las AAPP en lugares que hacen lo que tienen que hacer.

Ferran Adrià, de El Bulli, hacía referencia al siguiente principio: si sólo escuchamos a nuestros clientes no podremos hacerles sentir una experiencia diferente a lo que ya conocen. La idea es simple: si sólo ofrezco hamburguesas, porque sólo me piden hamburguesas, puedo pensar que cumplo con mis clientes vendiendo hamburguesas o arriesgarme y ofrecer también en mi carta "solomillo de cerdo con dátiles en reducción de cítricos". Pues, la transparencia es ese sorprendente solomillo que a mí, como ciudadano, nunca se me hubiese ocurrido pedir.

Como ya decía un par de párrafos más arriba, casi siempre que empezamos a hablar de Gobierno Abierto terminamos centrándonos en los asuntos de transparencia porque ciertamente resultan más fáciles de abordar a "bote pronto".

Si, tal y como yo lo entiendo, el Gobierno Abierto tiene esas cuatro patas: transparencia, colaboración, participación y SORPRENDER (ésta es una cuarta pata comodín para que adaptes el Gobierno Abierto a tu gusto, hay autores que dicen que es la "escucha activa"); y la transparencia es una pata más mimada (crecerá más fuerte y alta) que las demás... nuestro Gobierno Abierto tarde o temprano se tambaleará.

¿Hablamos sobre accesibilidad? Pues, la transparencia si no es accesible no es transparencia. Yo entiendo que la transparencia ya incluye la accesibilidad, que son dos conceptos imbricados. Eso sí, cuando hablamos de accesibilidad lo que debemos asegurarnos es que, sea lo que sea lo que hacemos accesible, sea de acceso universal y gratuito.

Si nuestros gobernantes nos dicen "ya somos transparentes, hemos agrupado todos esos documentos que explican lo que nos conduce a actuar como lo hacemos, lo que da respuesta a todas vuestras preguntas y los hemos depositado en... la cámara acorazada del Banco de España, a la que no os damos acceso por razones de seguridad"... pues, muy transparentes no serían, ¿no?

Sin embargo, si implementan la transparencia diciendo "podéis entrar en todos nuestros despachos, abrir nuestros cajones, leer todos esos documentos importantes, fotocopiarlos y volverlos a dejar donde estaban para que el próximo ciudadano que venga se los encuentre en el mismo lugar"... pues, con una sencilla implementación ya seríamos transparentes. Si se diese este caso de implementación además de accesible también tendríamos una estética bonita (podríamos visitar todos esos suntuosos despachos y ver esos bonitos originales seguramente impresos todos ellos con impresoras láser a colores), aunque... ciertamente no serían muy usables, ¿no?

Cuando hablamos de transparencia seguramente estamos hablando casi siempre de su implementación más natural: el opendata (o de linked-data, sin saberlo). Y entonces sí es necesario que sea visible, usable, bonito y todo aquello que ya ha quedado recogido en el esquema de 5 estrellas de Tim Berners-Lee.

Concluyo, la transparencia persé es accesible y útil, si toma cuerpo en forma de opendata (al menos con 4 estrellas) ya será usable y generará valor y riqueza y entonces se hará visible automáticamente y tendrá mil formas posibles, algunas de ellas de estética bonita y otras de estética menos agraciada pero igualmente útiles.