Constantemente somos emisores y receptores de influencia sobre las personas que tenemos a nuestro alrededor. Incluso podemos ejercer una influencia, en segundo o tercer grado, sobre personas que no conocemos.
Esta influencia puede hacer que los resultados de las personas que están dentro de ese radio de acción se vean alterados. Esto es lo que nos dice el Efecto Pigmalión, que fue protagonista de las investigaciones del psicólogo Robert Rosenthal.
Estos estudios vienen a decirnos que, si tenemos una influencia negativa no seremos capaces de cumplir con nuestras obligaciones aunque estemos capacitados para ello. Por otra parte, si alguien deposita su confianza y nos hace ver que podemos conseguir un logro, seremos capaces de obtener mejores resultados.
Pero, también es muy importante que nosotros nos creamos capaces de ello, que estemos realmente convencidos de que lo podemos conseguir.
Se me platean varias preguntas: ¿qué es el Efecto Pigmalión?, ¿qué es el poder personal? y ¿es posible no influir? Esta es mi respuesta…
El otro día, al llegar a casa y comentar estas dudas con mi hijo de 10 años, me dijo: “es como cuando mi profesora de matemáticas le dice a mi compañero de clase que nunca aprenderá a hacer bien las multiplicaciones”. Esto es justamente el EFECTO PIGMALIÓN.
Yo estoy convencido que el compañero de clase de mi hijo aprenderá a multiplicar, con la ayuda o no de su profesora. Esto es justamente el PODER PERSONAL.
Seguramente, mi hijo influirá en su compañero de clase para que aprenda diciéndole: “multiplicar es fácil, cualquier niño de 10 años puede hacerlo”. Esto demuestra que ES IMPOSIBLE NO INFLUIR.
¿Puede haber influido una clase de Psicología en la Universidad, sin saberlo, sobre un niño de 10 años para que mejore con sus matemáticas? Seguro que sí...
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